sábado, 3 de noviembre de 2007

Programa de Bioguerra de los EUA.

El Programa de Bioguerra de los EUA y la Dispersión del virus EEV en México por aves migratorias ¿Un caso de "Bioterrorismo de Estado"?

Desde su identificación en la Isla de Trinidad en 1943, el virus de la “encefalitis equina de Venezuela” (o EEV) llamó la atención del ejército norteamericano. Debido a que produce una seria enfermedad incapacitante, con alta fiebre en los adultos y secuelas letales o neurológicas en los niños el virus EEV ofrece posibilidades como arma microbiológica. En efecto, durante las décadas de los 1950 y los 1960 este virus formó parte del Programa para la Bioguerra ofensiva de los EUA que funcionó, por lo menos desde 1943 hasta 1970.
Aunque recientemente la Unión Americana fue víctima de un reprobable acto de terrorismo y bioterrorismo de todos conocido, hace poco mas de tres décadas el programa estadounidense arriba mencionado, involucró a México en por lo menos dos formas, provocando consecuencias muy serias a nivel nacional, de carácter inhumano y de alto costo económico. A continuación mencionamos de manera abreviada, como se presentaron los hechos, que bien pudieran ser considerados como un caso de “bioterrorismo de estado”, asociado al ambiente de “la guerra fría”. La primera forma en que se afectó a la nación mexicana, fue consecuencia de lo que parece haber sido una investigación en gran escala y elevado presupuesto, que involucró a diversas instituciones nacionales y estadounidenses bajo cobertura del US Public Health Service y la Organización Sanitaria Panamericana, para el estudio relativo a la dispersión del virus EEV por aves migratorias. Al respecto y debido a que suscribió varios contratos con el US Army, su centro para la bioguerra en Fort Detrick y el US Army Medical Research Institute for Infectious Diseases entre los años de 1951 y 1969, el Smithsonian Institution de Washington DC, fue denunciado al funcionar como “fachada” del ejército estadounidense para los fines de bioguerra antes señalados, a través del llamado “Pacific Ocean Bird Banding Project, encabezado por el Dr. Philip S. Humphrey de la U. de Kansas e incluyente de algunas áreas geográficas de México. De la misma manera el USPHS sería denunciado y llamado a cuentas por un Comité Senatorial estadounidense al no haber acatado, encubriendo a la CIA, las instrucciones del Presidente Nixon para terminar con el Programa para la Bioguerra ofensiva y proceder a destruir los inventarios de bioarmas “en almacén”, que incluían por supuesto, grandes cantidades del EEV a granel.

La segunda forma en que se afectó a México, sustentada en la complacencia de un gobierno mexicano desinformado y científicamente cerrado, se relaciona con las “pruebas en campo” de la vacuna TC-83 contra la EEV, desarrollada por Fort Detrick en Frederick, Maryland, para protección de los militares del ejército estadounidense en Vietnam, donde el virus de la enfermedad venezolana “se estaba empleando en ejercicios para probar su utilidad militar, en los 1960 y en islas desiertas del Pacífico”. “Garantizada” a los mexicanos como una vacuna segura por autoridades de salud estadounidenses (como el N. Y. Health Bureau of Laboratories), la vacuna TC-83 era, y es, de hecho, una vacuna de virus vivo atenuado, considerado entonces y ahora en los EUA, como un producto biológico riesgoso, clasificado por la FDA como “IND”, esto es, “investigational drug” o fármaco bajo investigación, es decir bajo prueba, que no debería ser utilizado libremente; no obstante aquí se utilizó y se sigue utilizando.

De características endémicas y en la región Venezuela-Colombia y países circunvecinos pero desconocido en México, la presencia del virus EEV fue descubierta inmunológicamente en la costa del Golfo de México en 1962 y el virus mismo aislado de animales “centinela” y mosquitos en el sur del estado de Veracruz, región de Sontecomapan, un año después. La aparición del virus en una latitud tan al norte de su hábitat natural, fue una sorpresa inexplicada, como inexplicables fueron también, mas adelante (década de 1961 a 1969), un puñado de casos en los que el virus fue identificado inmunológica y/o clínicamente. Es muy pertinente subrayar en este punto que la causa principal, mas frecuentemente señalada por la “translocación” del virus en la numerosas publicaciones que siguieron al descubrimiento en México de la enfermedad venezolana, (así como el en el correspondiente seguimiento que se hizo de la aparición de la EEV en Centroamérica) resultaron ser las aves migratorias.

Bajo la perspectiva de que durante mas de dos décadas (1950 a 1970) la posible utilización como bioarma del virus EEV conjuntamente con las aves migratorias como agente diseminador, interesó a los militares yanquis, procede también subrayar que una revisión cuidadosa de la literatura sobre el tema, en ese lapso, muestra que mas del 50 % de las publicaciones norteamericanas y/o mexicanas, hacen reconocimiento explícito al apoyo brindado por parte del US Army o Fort Detrick o USAMRIID. Dicho apoyo hizo también posible que por varios años funcionara un “laboratorio de campo” bien equipado, en una sección rentada del viejo Hotel Playa Azul en las márgenes de la Laguna de Catemaco, muy cerca del lugar donde se aisló el virus por vez primera en esa área de la selva tropical húmeda vecina de San Andrés Tuxtla, Ver. La vacunación del personal de campo con la TC-83 en esa época tan temprana, como fue 1963, también fue posible gracias a la intervención de las fuentes militares señaladas.

Hacia noviembre de 1969, cuando el laboratorio de campo ya había sido cerrado y el grupo interinstitucional y binacional de investigación, coordinado por el Dr. William F. Scherer (Prof. Titular y jefe del Depto. de Microbiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Cornell en N.Y.) y el Dr. Robert W. Dickerman (Prof. Asistente en la misma institución) se desbandó, a la Secretaría de Salud de México llegaron noticias alarmantes desde el sureste del país en el sentido de que casos humanos y de equinos caían enfermos con síntomas sugerentes de encefalitis equina. Semanas más adelante se presentó un súbito incremento en el número de casos confirmados de EEV, en humanos y equinos del estado de Chiapas, multiplicándose sin control hasta julio de 1970, cuando veterinarios del Gobierno mexicano fueron enviados a la zona con 25,000 dosis de la vacuna TC-83 proporcionada, casualmente por Fort Detrick .

Al final de una larga pero bien documentada historia que se presenta aquí de manera sintética, puede decirse que “para finales de 1971 todas las entidades federativas de la República Mexicana, excepto tres Baja California, Tabasco y Distrito Federal, habían sido invadidas por la enfermedad, que al alcanzar el sur de Texas, se detuvo y que entre 1970 y 1976, 24 millones de equinos habían sido vacunados con la TC-83, no impidiéndose ni así, que 49,309 animales murieran. Al enorme costo económico que esto representó, hubo de sumarse, lamentablemente, el costo social representado por “51,137 personas que enfermaron, con la pérdida consecuente de 93 vidas”. Las estadísticas nacionales de salud no mencionan el número de personas que posteriormente padecieron secuelas neurológicas. Al respecto de este último punto, el de las estadísticas, llama la atención que las fuentes norteamericanas de información sobre esta epizoodemia, minimicen el número de equinos y humanos enfermos y eviten mencionar las muertes humanas presentadas. Es de subrayarse que esta minimización de las 93 defunciones de mexicanos que hacen los EUA en el marco de su posible acto de “bioterrorismo de estado” contra México, contrasta notablemente con el despliegue publicitario por las nueve víctimas de ántrax “post 11-9-01” diseminado por vía postal en su propio territorio (y por ex empleados de la propia fábrica estadounidense de armas biotóxicas y las 63 víctimas del evento soviético con ántrax en 1979 –Sverdlovsk hoy Yekaterinburgo– que los estadounidenses se han empeñado en demostrar con gastos elevados– fue una fuga accidental desde una fábrica de armas biotóxicas y no por consumo de carne en mal estado, que fue la versión oficial.

La utilización en territorio mexicano de la vacuna militar desarrollada por los EUA para la bioguerra, encontraría cierta oposición explícita en nuestro país, al principio de la campaña contra la enfermedad, debido a sus características de virus vivo. No obstante, dicha oposición fue rápidamente desechada al máximo nivel político del país, permitiéndose de esta manera, que el objetivo de los EUA para probar en campo y en gran escala su vacuna TC-83, integrado a su Programa para la Bioguerra ofensiva, fuera cumplido en el vecino país del sur que somos nosotros.

No parece probable esperar que a corto plazo (en el contexto actual de lucha yanqui “contra el terrorismo post Torres Gemelas“), los EUA estén dispuestos a reconocer documentalmente que ellos mismos diseminaron el virus EEV por medio de aves migratorias en la República Mexicana, de la misma manera que, sorprendentemente, han reconocido recientemente –Archivos Nacionales de Seguridad– la autorización del Presidente Eisenhower para que, de ser el caso y en su oportunidad, se utilizaran misiles con armas nucleares sobre territorio mexicano ( La Jornada 20-5-01). No obstante, la información des-encubierta hace pocos años sobre las actividades bioterroristas en contra de Cuba del Dr. William F. Scherer, ya conocido de nosotros, la publicación reciente en que se profundiza con mas detalle sobre las andanzas del Smithsonian Institution de Washington DC en la multicitada investigación sobre aves migratorias para la bioguerra, bajo contratos de “financiamiento colosal” con el US Army y a lo largo de los años en que se dañó a México con el virus actualmente investigado por expertos.

Abramos Los Ojos Ante Nuestros Seudogobernantes

Lacandón

Apoyemos nuestro maravilloso país y defendámoslo de los ataques del Gobierno Norteamericano, que desde la década de los 70's hasta la actualidad, continúa humillándonos racialmente, experimenta sus armas biológicas con nuestros compatriotas, detiene el desarrollo y exportaciones de empresas 100% mexicanas. ¿De qué ha servido nuestra participación del TLCAN, cuando solo se siguen enriqueciendo monopólicamente las enormes corporaciones transnacionales? Y peor aún cuando todo esto es apoyado por quienes dicen ser nuestros gobernantes. Que triste es ver a millones de familias en todo el territorio nacional en pobreza extrema; cuando en unas cuantas manos lo que debería reflejarse en riqueza, inversión, mejores salarios y empleos, buen crédito, consumo de calidad, exportaciones y colocar mejor nuetro PIB a nivel mundial; se lo acaparan quienes de verdad nos ahogan bajo sus decisiones y que ¡no se vale tampoco que las pocas empresas que sostienen nuestra balanza comercial sean privatizadas o mal administradas y que su producción sea subvaluada!

Huichol y sus artesanías

Los invito a todos los mexicanos abramos los ojos y hagamos de México, aquella potencia que lideree económicamente a Latinoamérica y que el mundo vuelva a tenernos respeto, se que no es fácil, pero nunca es tarde para concientizar a nuestras familias para ser analistas de la información y los recursos que tenemos a nuestro alcance.

Familia Tarahumara